Tengo predilección por los autores latinoamericanos, así como también, por las historias cargadas de ficción y fantasía pero enmarcadas en un contexto real, como una forma más entretenida de aprender la historia, y más aún la fascinante historia del continente americano.
Isabel Allende es sin duda una escritora de muy reconocido éxito comercial, lo cual ha hecho que sea minimizada en cuanto su calidad literaria, al punto de ser considerada “una mala copia de García Márquez” como leí por ahí. Esto obedece al tonto estereotipo de que en la literatura, el éxito no va de la mano con la calidad, si bien hay muchos ejemplos que avalan esta idea, también hay excepciones y Allende es una de ellas.
“Hija de la fortuna” viene a ser la primera parte de una trilogía conformada además por “Retrato en Sepia” y “La casa de los espíritus”, sin embargo cada libro goza de total independencia, pero se relacionan por tener personajes en común, y el orden de lectura tampoco es muy importante ya que “La casa de los espíritus” fue publicado primero a pesar de ser, según la cronología de la historia, el último. Los tres juntos forman una saga familiar que abarca casi 130 años.
La novela está ambientada en el siglo XIX entre los años 1840 y 1850 en la ciudad de Valparaíso en Chile donde Eliza Sommers, una huérfana que al ser abandonada en casa de una acomodada familia inglesa es criada por ellos, vive una vida tranquila y feliz; opacada un poco por sus dudas sobre su origen pero con el mismo destino de la mayoría de mujeres de esa época: casarse y formar una familia. Conocer el amor con Joaquín Andieta, un simple dependiente de su familia adoptiva, la desviará del camino y juntos vivirán un romance intenso y apasionado a pesar de las diferencias sociales y de ideologías.
Joaquín, para salir de la pobreza, va en busca de fortuna a California donde la fiebre del oro está en todo su apogeo y Eliza, al no soportar su ausencia, decide embarcarse en la aventura de seguirlo. Robando las joyas de su ajuar de novia y en complicidad con su nana y un marinero chino llamado Tao Chi’en, logra infiltrarse en uno de los tantos barcos llenos de individuos cautivados por el oro de California y por la fortuna fácil.
El largo y difícil viaje no será nada comparado con lo que tiene que pasar en California, un lugar desconocido y lleno de peligros sobre todo para una mujer, así que disfrazada de hombre se abre paso en un mundo de bandoleros y prostitutas, en busca de su gran amor a quien siempre termina perdiéndole la pista. Tao Chi’en, que más que marinero es un talentoso médico con una triste historia, se convertirá en su fiel amigo y protector en esa tierra dominada por la codicia.
La historia está llena de variopintos personajes, retrata los diferentes rostros de la sociedad de la época; desde pobres que quieren hacerse ricos y ricos que quieren ser más ricos. Rescata valores tales como el amor y sobre todo la libertad, ya que si bien es el amor lo que impulsa a nuestra protagonista a adentrarse en un mundo difícil y violento, es la sensación de libertad lo que termina dándole sentido a su vida que, de haberse sometido a las reglas de la sociedad, habría sido fácil y sin complicaciones pero vacía y superficial a la vez. Eliza escapó de las cuatros paredes de su mansión, para salir al mundo real y vivir, vivir de la forma que debe ser, soportando sufrimientos para disfrutar una felicidad a plenitud.
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